Y piensen: ¿cómo se quedaban ustedes mientras asistían a estos variopintos trucos y exhibiciones? ¿"Embobados y suspensos", como el título del artículo del hispanista inglés Trevor J.Dadson en el último número de la revista cultural "Desde el Árbol Gordo"?
Puede ser, no me digan que no. Y,¿Qué solían combinar estos nuestros iniciadores en el mundo de la ilusión y la, por qué no decirlo, imaginación? Seguro que algo de lo que en la primera película de la última saga de Batman (la del director Christopher Nolan) llamaban como "teatralidad y engaño": en determinadas situaciones un hombre no se pone un disfraz de murciélago, ni se deja una barba y unos pelos que le puedan llegar a la rodilla, ni siquiera se pone una simple chistera porque si...
Escribe el maestro George C. Kaplan, mago de referencia de nuestro genial Juan Tamariz, en su libro "El arte de la magia" (obra que cuenta en su edición en castellano con prologo del propio Tamariz): "Un buen juego, bien presentado, es una obra de arte tan única como un cuadro bien pintado y, como toda obra de arte, refleja el talento del artista. Atrás quedan los días en los que los magos sólo buscaban 'engañar' al público".
Ra’s al Ghul (perdón, Ducard, perdón, Liam Neeson) no lo hubiera dicho mejor (o sí, pero en inglés).
Disfruten de sus recuerdos, y ¡Hasta la próxima!